Llevar al bebé a la piscina, consejos prácticos

Las clases de natación desde que el bebé tiene pocos meses de vida, son una práctica común entre muchas familias. Aunque pueda parecer una nueva moda, si buscamos en la literatura, observamos que la práctica de actividades acuáticas para niños pequeños parece ser una práctica ancestral, con informes que se remontan al siglo XIX.

El desarrollo motor es esencial en los primeros 1.000 días de vida. Durante este periodo el niño capta, aprende y explora con la nueva información que el entorno le brinda.

Piscina y bebés, un mundo mágico

Dentro de esta exploración y de este conocimiento propio y del entorno, el contacto con el medio acuático y la natación, permiten a los bebés ampliar su percepción del mundo y del entorno a través de los sentidos.

En el agua, los bebés sienten cosas diferentes a las que sienten en el exterior, y además, pueden realizar movimientos que no son capaces de realizar sobre terreno firme.

Es decir, la percepción sensorial de los movimientos se amplifica en el agua al volverse los movimientos más lentos. Se ha demostrado que ésto puede influir positivamente en el desarrollo motor temprano tanto de bebés como de niños pequeños.

Beneficios de la natación para bebés

El hecho de llevar a un bebé a una piscina, interactuar con él, y dejarle experimentar en el agua, proporciona una experiencia motora, táctil y no verbal positiva para el desarrollo del pequeño.

De hecho, hay diferentes estudios que revelan efectos positivos de la exposición de los bebés a programas acuáticos en el desarrollo motor, visual y cognitivo. Incluso, se reporta que hasta es beneficioso para aliviar ciertos retrasos y discapacidades neuromusculares y del desarrollo, así como para mejorar el ciclo sueño-vigilia en bebés.

A parte de que a nivel motor, visual y cognitivo parece ser súper beneficioso. No hay que subestimar que el momento de estar en la piscina, es un momento en el que se crea una mayor conexión entre la madre o padre y el bebé, ya que potencia la interacción y el contacto cuidador-niño, siendo esto muy beneficioso para ambos.

Una de las preocupaciones con las que cualquier madre o padre se puede encontrar a la hora de llevar a su bebé a la piscina, es la de creer que, porque un bebé esté más en contacto con el agua, tendrá mayor riesgo de sufrir otitis o infecciones de las vías respiratorias.

Pero realmente no se encuentra asociación entre la exposición de los bebés a intervenciones acuáticas y sufrir un mayor número de infecciones de las vías respiratorias inferiores o de otitis internas. Por lo que en ese sentido, podemos estar tranquilos.

Consejos para ir a piscina con el bebé

Dicho todo esto, y viendo que esto de llevar a los bebés a la piscina no es "simplemente una moda’’, sino una práctica con un recorrido ancestral y con numerosos beneficios tanto para bebés como para cuidadores (padre/madre/etc.), voy a exponer diferentes consejos prácticos que os pueden ser útiles si os decidís a ir con vuestro peque a la piscina:

  1. Asegúrate de que la piscina a la que vas a ir mantiene el agua entre 31 y 34ºC. Ya que los peques tienden a enfriarse más rápido que los adultos y puede que una experiencia que debía ser buena, acabe siendo bastante desagradable para el bebé por pasar frío. Te ofrecemos unos consejos por si aparecen mocos en tu bebé.
  2. Aunque hemos dicho que un estudio expuso que los niños que van a la piscina no tienen mayor riesgo de desarrollar infecciones de las vías respiratorias, para que esto sea así, hay que asegurarse que la temperatura ambiente del recinto de la piscina se sitúa aproximadamente unos 2º C por encima de la temperatura del agua. De no ser así, entonces el peque sí que podría tener más riesgo de desarrollar infecciones respiratorias o resfriados. 
  3. Cuando os metáis en la piscina, situaros en la profundidad que a ti te permita mantenerte de pie cómodamente agarrando bien al niño.
  4. Si el peque aún no controla esfínteres, ponle siempre pañales desechables. La relajación del agua y el aumento del movimiento, pueden favorecer los escapes. Por lo que no es aconsejable, por higiene, meter a un niño en el agua sin un pañal desechable.
  5. Aunque, tanto las piscinas de cloro como las piscinas de sal, son aptas para bebés y niños, la cloración salina es la mejor alternativa. Es la más respetuosa con la piel, por lo que este dato es especialmente importante si se trata de un niño con piel sensible o atópica.
  6. Siempre, tras el baño en una piscina, ducharemos al niño con agua y jabón para retirar los restos de cloro o sal que le queden por la piel (y esta recomendación va dirigida a todos los peques, no solo a los que tienen la piel sensible o atópica). Te recomendamos que utilices un gel champú para bebés, respetuoso con la piel sensible.
  7. Si tu peque tiene la piel atópica, puedes llevarlo a la piscina sin problema, pero después de la ducha ‘’post-piscina’’, siempre será necesario hidratar la piel con una crema hidratante adecuada.
  8. Si el peque camina, es esencial que lleve chancletas. Ya que, al igual que pasa con los adultos, los suelos húmedos de las piscinas pueden ser un potente vector de transmisión de infecciones (como por ejemplo el molusco contagioso en niños, o las verrugas plantares).
  9. Aunque la evidencia ha demostrado que un niño pequeño no tendrá más riesgo de sufrir otitis internas por ir a la piscina, sí que podría tener más riesgo de padecer otitis externas (o comúnmente llamadas ‘’otitis del nadador’’). Así que si tu peque empieza a ser propenso o ya lo era antes de empezar a ir a la piscina, se recomienda el uso de tapones (idealmente hechos a medida) y secar bien los oídos después del baño con la toalla (con toques suaves) o con el secador a mínima potencia.
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