Mocos en los recién nacidos, consejos para madres y padres
Los recién nacidos presentan un gran desafío para los padres. Tantas cosas nuevas. ¿Esto es normal? ¿Me preocupo por eso otro?
Y dentro de estas preocupaciones siempre nos encontramos con los mocos.
Los recién nacidos de forma fisiológica tienen las fosas nasales muy estrechas. Además, de forma muy habitual regurgitan, y las secreciones de leche se pueden convertir en mocos. Y encima lloran a menudo, lo que hace que también creen mucosidad.
Estas tres cosas juntas hace que sea muy habitual que un recién nacido tenga mocos. E incluso que esta mucosidad le haga hacer ruiditos como de ronquido.

Esto es completamente habitual y normal. Los peques tienen moquetes y hacen ruiditos de vez en cuando al respirar.
¿Y qué hago con estos mocos? Pues nada. Irán y vendrán. Pero mientras al peque no le molesten, no haremos nada.
Como mucho intentaremos alcanzarlos con una gasita o algo parecido. Pero no se recomienda gran cosa. Ni siquiera hacer lavados nasales. Y ni mucho menos succionarlos con aspiradores nasales ni con peras. Simplemente si nos preocupa, acudiremos a un profesional sanitario y entonces ya que ellos valoren.
Pero, ¿y cuándo debemos preocuparnos?
- El ronquido pasa a ser constante y/o es un ruido agudo (tipo silbido)
- La mucosidad tapona las fosas nasales de tal modo que al niño le cuesta comer. Se nota porque el bebé no puede respirar y comer a la vez. Lo que provoca que esté incómodo o "peleón" durante la toma
- La mucosidad hace que le cueste respirar. Lo veremos porque:
- Respira por la boca constantemente
- Observamos un aleteo nasal (movimiento de las narinas)
- El pecho parece hundirse justo abajo del cuello
- Se le marcan las costillas al respirar
- Mueve demasiado la barriga con cada respiración - Además de presentar mocos;
- Come menos o no muestra interés por comer
- Tiene tos
- Fiebre ( > 37’5 - 38ºC )
- Irritabilidad

Ante cualquiera de estos síntomas o si tenemos la duda de que el recién nacido pueda no estar bien, siempre se recomienda consultar a un pediatra. Esto es especialmente importante en bebés menores de 3 meses.